Pum, pum, pum.

Auriculares y metro. El bajo de esta canción guía sus pasos, tanto que podría cerrar los ojos. Pum, pum, pum. Mueve los dedos. Se deja llevar por el interminable pasillo. Pum, pum, pum. Todo absorbe el ritmo: obras, avisos de letreros, escaleras mecánicas, bailes de final de fiesta en el andén, abrazos, saludos, incluso bostezos quejumbrosos. Pum, pum, pum. El ruido del vagón sobre los raíles. Apertura de puertas. Destino y más pum, pum, pum para el resto del camino.

Publicado por melitalennon

Cuenta-relatos primeriza.

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